Los animales de compañía brindan numerosos beneficios en la vida de las personas, por lo que son considerados como una terapia preventiva, y coadyuvante en el tratamiento de diversas enfermedades. Diferentes estudios sobre comportamiento demuestran que la interacción con animales es favorable para las personas tanto a nivel psico-emocional como físico.
Además, también se ha comprobado que las personas que tienen mascotas y establecen con ellas una relación responsable y afectuosa, viven más tiempo y con mejor calidad de vida que las que no las tienen. Algunos de los efectos positivos que tiene la convivencia con una mascota son los siguientes:

  • Disminuyen el sentimiento de soledad: su presencia constante hace que las personas se sientan más confiadas, seguras y protegidas. Su compañía también estimula el contacto físico y la comunicación; casi todos los dueños le hablan a su mascota y la conversación resulta más relajante debido a una sencilla razón: los animales no juzgan a las personas.
  • Incrementan la autoestima: los cuidados y atenciones que demandan las mascotas enriquecen los tiempos de ocio, hacen que la persona se sienta útil y generan una estrecha relación entre humano y animal, en la que ambos intercambian cariño y emociones. Son una constante fuente de motivación para su dueño. Este aspecto puede ser de especial importancia para:
    • Niños: La tarea que supone cuidar y estar atento a las necesidades de un animal favorece en el niño la progresiva toma de responsabilidades y la adquisición de una mayor consciencia sobre sí mismo y las consecuencias de sus acciones. Además de recibir un importante refuerzo emocional por parte del animal.
    • Personas mayores: La edad, muchas veces relacionada con la jubilación, puede generar en los mayores un vacío y una sensación de ser poco útiles socialmente. Las mascotas requieren unos cuidados diarios, de magnitud variable pero imprescindibles, lo que implica que los mayores sientan que son responsables de proporcionar esos cuidados de la mejor manera, y cuando son capaces de realizarlos, una profunda satisfacción personal.
    • Personas con dificultades relacionadas con la autoestima: Cualquier persona con problemas de autoestima puede experimentar mejoría al cuidar responsablemente de una mascota. Ellas desarrollan en las personas la sensación de ser útiles, válidas, aceptadas y queridas de forma incondicional.

  • Mejoran el estado de ánimo: las mascotas disfrutan el presente: cuando juegan, pasean, comen o demandan caricias, se entregan por completo al momento. Con su compañía nos enseñan a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, además de ser una fuente de alegría y diversión para toda la familia.
  • Ayudan a interiorizar valores positivos: Esto es de especial importancia para los niños, pero válido para personas de cualquier edad. La convivencia con las mascotas es un medio de transmisión de valores, práctico y efectivo: los niños aprenden el respeto hacia los animales y la vida, la amistad y el amor. Favorece el sentido de responsabilidad y promueve la comunicación entre padres e hijos. De la misma manera, hay que ser también conscientes que los niños aprenden directamente de los adultos a partir del trato que observan que se les da a los animales, lo que implica una mayor responsabilidad.
  • Estimulan el contacto social: Es fácil entablar conversación aún con extraños cuando hay una mascota de por medio. Tener una mascota es una buena manera de establecer contactos sociales positivos con personas con quienes compartir anécdotas y experiencias sobre ella, ampliando así el círculo de amistades. Esto fomenta la socialización de la persona y la motiva a salir de su casa.
  • Ayudan a estar en forma: Las mascotas demandan un mínimo de actividad física por parte de sus dueños, sobre todo si son perros, a los que hay que sacar a pasear varias veces al día. Está demostrado que realizar una rutina activa diaria es una de las acciones más difíciles de mantener en la tercer edad, siendo éste uno de los factores de depresión y de desmejoramiento de la salud. El ejercicio físico moderado pero permanente evita fracturas de caderas y mejora el funcionamiento cardiovascular, entre otros beneficios. Compartir con la mascota y disfrutar de esta actividad hace que tanto ella como su dueño se mantengan saludables. En el caso de personas que no pueden salir de casa sin ayuda, el simple hecho de acariciar a un gato o perro, cepillarle el pelo… ayuda a mantener la movilidad en las extremidades superiores.
  • Favorecen la recuperación de las enfermedades: se ha demostrado que aquellas personas que poseen mascotas se recuperan más rápido de enfermedades como infartos y de cirugías, que aquellas que no las poseen.
  • Apoyan a personas discapacitadas: particularmente los perros, pueden convertirse en los ojos, los oídos y las piernas de muchas personas que padecen ciertos impedimentos físicos.
  • Disminuyen el estrés y la ansiedad: los estudios llevados a cabo sobre personas que poseen mascotas y otras que no tienen, muestran que el primer grupo tiene estados de ánimo más altos y periodos menores de depresión. Si bien este efecto se manifiesta en todos los dueños de mascotas, es especialmente beneficioso en las personas mayores. Está demostrado que la sola cercanía de un perro o un gato produce una disminución de la ansiedad, por ejemplo, ante una noticia clave.
  • Otro de los efectos avalado por numerosos estudios es la regulación de la tensión arterial que se produce al acariciar a una mascota: la tensión arterial se reduce, además de producir efectos relajantes en nuestro organismo.
  • Nos hacen más humanos: los cuidados y el amor hacia los animales nos hacen demostrar mayor empatía y actitudes positivas hacia ellos, y así aprendemos a actuar de la misma manera con las personas.